viernes, 30 de marzo de 2012

CARATERIZACION DEL PROCESO POLITICO VENEZOLANO

CARATERIZACION DEL PROCESO POLITICO VENEZOLANO

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RETOS Y DESAFÍOS DE LOS REVOLUCIONARIOS EN EL FUTURO CERCANO
Es pertinente hacer una aproximación a la caracterización del proceso político venezolano en el marco de la coyuntura actual, con el fin de aportar a lo que podría ser el actuar en el futuro de una organización que se precie de llamarse revolucionaria. Para tal objetivo, con la intención de ser explícito y lo suficientemente sucinto, es preciso tomar en cuenta diversos acontecimientos en el marco de dos etapas que terminan marcando la historia política reciente de Venezuela.
I.- Primera Etapa (1998-2006): Ruptura definitiva con el modelo tradicional de partidos.
El 6 de diciembre de 1998, con el triunfo en las elecciones presidenciales de Hugo Rafael Chávez Frías, se evidenció definitivamente el rechazo del pueblo venezolano al modelo tradicional de partidos que habían dominado la escena política durante 40 años (desde el 23 de enero de 1958, hasta el 6 de diciembre de 1998).
Este modelo imperante que protagonizó el transcurrir histórico de la IV república, empezó a evidenciar sus costuras con la aplicación de medidas neoliberales que iniciaron con una fuerte devaluación de la moneda en 1983 conocido como el “viernes negro”, la aplicación del paquete económico sugerido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1989, lo que generó el levantamiento popular contra las medidas neoliberales y que se conoce como “el caracazo”. Todo ello, finalizó con la insurrección militar de 1992 que evidencia definitivamente la debilidad del modelo de partidos surgido del pacto de punto fijo.
Lo anterior, es solo los acontecimientos más sobresalientes en las postrimerías del sistema de partidos de la IV república que desencadenó en el entierro de los partidos tradicionales, reflejado en el dudoso (cabe destacar que es importante el estudio de la emergencia de la Causa R1) triunfo electoral de Rafael Caldera en 1994 con el llamado “chiripero”; que terminó siendo el sepelio definitivo de los partidos tradicionales AD y COPEI que habían compartido el poder y la hegemonía durante los años de la mal llamada era democrática venezolana.
El triunfo electoral del Presiente Chávez de 1998, no solo significó la ruptura con el modelo tradicional de partidos de la IV república, sino también la expresión del rechazo del pueblo a la vieja clase política y que se reflejo en los resultados electorales, la legitimación de las acciones de la insurrección militar del 2 de febrero 1992, la esperanza de los sectores sociales mayoritarios en la refundación de la patria y por ende el inicio de una nueva etapa política en Venezuela.
El compromiso de campaña de refundar la república empieza a materializarse con la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que tendría la misión de redactar una nueva Constitución, la cual fue aprobada en consulta popular el 15 de diciembre de 1999. La Constitución de 1999 determina las bases de la democracia participativa como nueva forma de participación política alejándose de la democracia representativa imperante, se materializa una nueva división del Estado en poder ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y poder moral; distanciándose del modelo tradicional del Estado burgués que contempla la convencional división en ejecutivo, legislativo y judicial. En definitiva, se plantea “refundar la república con el fin de establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado”.2
Ahora bien, este proceso no se iba a desarrollar tranquilamente y sin obstáculos, sería rayar en lo iluso pretender que así fuera, lógicamente los procesos de transformación tienen resistencia y en Venezuela se notaron en las acciones tomadas por las élites empresariales, la vieja clase política y la pequeña burguesía nacional en los acontecimientos del Golpe de Estado de abril de 2002 y el “sabotaje petrolero” de finales del mismo año. Sin embargo, el pueblo defendió el hilo constitucional impuesto por la voluntad soberana en la aprobación de la Constitución de 1999; por tal motivo, a los sectores aventajados económicamente, las élites empresariales, los medios de comunicación privados, la vieja clase política representada en los reductos de los partidos tradicionales y sus derivados, militares desleales al mandado del pueblo, todos ellos representantes de la clase que defienden los intereses neoliberales, no le quedó otra vía que la democrática y la constitucional alejándose de los atajos. Por primera vez los representantes del pasado eran doblegados por la constitución y convocaron al referendo revocatorio de 2004, el cual relegitimó el liderazgo del Presidente Hugo Chávez con una mayoría significativa, pero no solo relegitimó el liderazgo del presidente, sino también marcó un hito en la historia democrática del país activando por primera vez el instrumento refrendario del mandato presidencial.
Tal acontecimiento significó la acumulación de fuerzas del movimiento popular y se orientó el curso antiimperialista del proceso de transformación socio política de la nación; profundizando en políticas de soberanía, independencia, autonomía política nacional y dignificación social para las clases desposeídas a través de los programas y misiones sociales abriendo el camino y dando impulso a lo que puede considerarse la segunda etapa del proceso político venezolano.
II.- Segunda Etapa (2007-2013): Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2013. Lanzamiento del Socialismo del Siglo XXI.
Con la reelección presidencial del 3 de diciembre de 2006 del Presidente Hugo Chávez, se inicia un nuevo período presidencial con la propuesta del tránsito a la construcción de una sociedad socialista enmarcada en el planteamiento del llamado “Socialismo del Siglo XXI”, propugnando como valores fundamentales la soberanía nacional, la independencia y soberanía en la administración de los recursos energéticos, el desarrollo y  modernización de la infraestructura nacional, la desconcentración del territorio a través de la consolidación de los polos de desarrollo, el mantenimiento y profundización de las misiones y programas sociales y la decidida voluntad política para la integración latinoamericana como alternativa para la consolidación de un mundo bipolar y en defensa de las pretensiones intervencionistas del imperialismo estadounidense.
En lo político se entendió, desde la élite gubernamental, que era necesario la construcción de una nueva hegemonía para lo cual era imprescindible un instrumento político, por lo cual se convoca a la conformación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), tal iniciativa generó un sismo en las fuerzas aliadas que en otrora conformaron el llamado “polo patriótico”, trayendo como consecuencia una recomposición de las fuerzas políticas aliadas. Sin embargo, esa construcción de la nueva hegemonía ha venido siendo entendida como la consolidación de aparatos políticos desde el gobierno antes que la consolidación de una hegemonía de clase que revitalice el proceso político venezolano, lo cual deja mucha tela por cortar, entendiendo claramente las particularidades que denota el ascenso al poder de la revolución por la vida democrática y pacífica.
Lo que sí es cierto es que nos encontramos en una nueva coyuntura electoral, y que en este año 2012 se debe elegir quien va a dirigir los destinos de la nación para los próximos seis años. Los sectores representantes de los intereses neoliberales ya tienen su candidato luego de pasar por muchos vericuetos propios de las divisiones internas de ese sector (sin embargo, al parecer para los capitalistas es más fácil ponerse de acuerdo, pues sus intereses son meramente de acumulación de capital y son una clase definida). Por otra parte, y gracias a la aprobación en el referendo del 15 de febrero de 2009 de la reelección indefinida, Chávez podrá presentarse como candidato para un nuevo período presidencial (si su salud lo permite, tema al que no se hará referencia en este apartado).
III.- Retos y Desafíos para los Revolucionarios para el futuro inmediato.
Este apartado solo enunciará algunos tópicos que pretenden abrir la discusión sobre los retos y desafíos que demanda de los revolucionarios las realidades políticas, económicas, sociales y culturales de la actualidad en el contexto venezolano.
Sobre la situación económica: en el marco de una agudizada crisis del sistema capitalista que aún no se denota con claridad hasta donde serán sus consecuencias, cobra más vigencia el planteamiento de políticas económicas alternativas, integracionistas, solidarias y de complementariedad. Por tal motivo, es necesario darle contenido conceptual y práctico al llamado “socialismo del siglo XXI”, no puede ser solo un cliché. Para Venezuela, y en el caso concreto de quienes manifiestan pensamientos liberadores y emancipadores, se hace necesario:
  1. Discutir y plantearse una definitiva política de diversificación de las fuerzas productivas del país para depender cada vez menos de la economía rentista que se ha convertido incluso en pandemia cultural de la sociedad venezolana.
  2. Responder a la pregunta ¿en manos de quién están los medios de producción? Pues, luego de disertar sobre este punto se puede delinear de manera más perfilada las políticas de diversificación productiva y emancipación de la clase explotada. Se evidencia en Venezuela que los esfuerzos decididos para la construcción del socialismo se ven truncados por un sistema de consumo imperante propio del modelo capitalista. Tal realidad sumerge a los miembros de las clases desposeídas en unas relaciones productivas basadas en la venta de su mano de obra o esfuerzo productivo para acceder a los bienes de consumo que en su mayoría siguen siendo producidos por la pequeña burguesía “doblemente parasitaria”; o en el mejor de los casos dependiendo de los beneficios proporcionados por el Estado a través de los programas y misiones sociales para poder satisfacer sus necesidades básicas y creadas, satisfacción de necesidades que no han sido del todo garantizadas.
  3. Se hace imprescindible impulsar el trabajo productivo como categoría fundamental para la construcción la del socialismo venezolano, entendiendo éste como un elemento fundamental para la reivindicación y como valor fundamental para la emancipación del ser humano.
Sobre la situación política: ante el debilitamiento de la hegemonía imperial estadounidense producto de la profundización de la crisis del capitalismo, y por ende la decadencia de la dominación del pensamiento único; se hace necesario enarbolar las banderas de la pluralidad, multiculturalidad, diversidad y democracia real, protagónica y participativa. Para lo cual se traduce en retos para los revolucionarios los siguientes temas por enunciar algunos:
  1. La consolidación de una nueva hegemonía política revitalizada por la participación activa de la iniciativa popular unitaria de los diferentes movimientos sociales con conciencia de clase. La clase explotada debe tomar conciencia de su condición de explotados por el sistema capitalista y la imposición del pensamiento neoliberal para de tal manera asumir la necesidad de empoderarse y ser protagonista en la toma de decisiones en cuanto al destino de la nación. La emergencia y consolidación de un poder popular clasista, autónomo, soberano, independiente y revolucionario no necesariamente es posible con la tutela del gobierno; por el contrario, el gobierno debe ser tutelado por el poder popular, y si el gobierno pretende ser revolucionario mucho más.
  2. Otro desafío que tienen los revolucionarios venezolanos es discutir sinceramente la formación y consolidación de una dirección colectiva y por ende una generación de relevo que este comprometida con las transformaciones de la sociedad. No se puede seguir en el dilema existencial de la permanencia del líder, sin dejar de reconocer el liderazgo de Chávez, se hace necesario impulsar una dirección y liderazgo colectivo con el fin de no correr el riesgo de rayar en posiciones mesiánicas y de “hiperliderazgos”. La revolución debe ser permanente y por ende debe garantizar líderes y cuadros formados que sigan impulsando los ideales revolucionarios con permanencia en el tiempo.
  3. La realidad del mundo actual demanda repensar los partidos políticos como instrumentos para las transformaciones; es impostergable discutir sobre la democratización de la participación política en los instrumentos de dirección política, llámese partidos políticos, organizaciones populares, movimientos sociales, sindicatos, etc. Tal discusión conllevará a la definición de nuevos tipos de militancia, el impulso de una nueva praxis política y revitalizadas formas de organización.
  4. Es un desafío para los revolucionarios en la realidad venezolana actual, discutir sinceramente sobre el flagelo de la corrupción, lo cual se ha convertido en un cáncer que atenta contra el sistema inmunológico de una sociedad que pretende ser diferente. Tal realidad desdiche mucho de la condición ética de los miembros de una sociedad que se precie de ir encaminada por los senderos revolucionarios. Eso conducirá a profundizar sobre el carácter ético de los revolucionarios, no sé puede actuar distanciados de los que se dice porque se corre el riesgo de terminar pensando como se vive y no vivir como se piensa.
  5. Consecuentemente a lo anterior, se debe abrir un debate sincero y profundo sobre la modernización del Estado, las instituciones del Estado no deben estar distanciadas de los índices de calidad de gestión y de eficiencia en la prestación del servicio público. Un Estado que se precie de ser una construcción revolucionaria debe estar al mandato de los intereses del pueblo alejados de los vicios del burocratismo, de las mafias y corruptelas, del despilfarro del erario público, debe tener como práctica condicionante la rendición de cuentas, el presupuesto participativo y la transparencia en la ejecución del presupuesto. La reorientación y la ejecución de una Administración Pública revolucionaria es otro desafío para los revolucionarios en el contexto venezolano.
Sobre la situación social: es indiscutible el avance del proceso político venezolano en materia de dignificación de las clases desposeídas. Sin embargo, aún quedan cosas por alcanzar en esta materia:
  1. Para el futuro cercano el objetivo de erradicar la pobreza debe ser un reto de los revolucionarios, en una sociedad socialista como ideal a alcanzar no deben existir clases desposeídas y por ende no es justificable la existencia de pobres. Por tal motivo, la lucha contra las desigualdades debe seguir siendo una punta de lanza y la inexistencia de clases, grupos, funcionarios o individualidades privilegiadas debe ser una condición inadmisible en una sociedad socialista y de revolucionarios.
  2. No solo necesitamos un pueblo asistido, es imprescindible un pueblo formado integralmente, la pobreza no se erradica con dinero, se erradica con educación, cultura y trabajo. Un pueblo capaz de reflexionar sobre su realidad y de incidir en la construcción de su futuro es un pueblo capaz de alcanzar índices de desarrollo sostenible que lo alejen de su condición de vulnerabilidad.
  3. El socialismo no puede ser interpretado como el sinónimo de la igualdad en el atraso. El socialismo debe ser sinónimo de prosperidad, desarrollo, evolución, lucha contra la desigualdad y por ende la salida definitiva de la miseria.
  4. Los revolucionarios tienen el reto de alcanzar las condiciones subjetivas y objetivas necesarias para alcanzar una sociedad en la que los privilegios no existan porque todos tienen acceso en igualdad de oportunidades y condiciones a los beneficios, no solo del Estado, sino de una sociedad armónica sin competencias deshonestas y zancadillas. Para tal fin, es imprescindible un sistema de valores que por medio de la educación liberadora dote de las herramientas a todas las generaciones y grupos etarios de la sociedad para su formación integral, productiva, creadora y por consecuencia emancipadora.
  5. Es un reto inminente reconstruir la familia como núcleo central de la sociedad, revitalizar y recomponer el sistema de valores propios de la dignidad humana, impulsar los valores y la conciencia ciudadana; tópicos imprescindibles que hay que abordar para la lucha decidida contra la violencia. En la sociedad socialista debe haber condiciones para la vida y no para la muerte.
Sobre la situación cultural: la cultura que se ha impuesto en la época llamada la “edad moderna” ha sido la cultura de la individualidad, el egoísmo, la razón instrumental, la competencia desleal y la deshumanización de las relaciones humanas. Ante todo ello, es necesario la emergencia de una nueva cultura revolucionaria y digna de ser llamada socialista, para tal fin los revolucionarios tienen que abordar sin complejos ciertos tópicos:
  1. En primer lugar es necesario sincerarnos sobre el tema del amor al prójimo, sin caer en discusiones dilemáticas de dogmas religiosos o credos; simplemente asumir el amor al prójimo como una conducta de vida en el marco de una cultura socialista.
  2. El hecho cultural, es decir las representaciones culturales deben ser entendidas como algo inmerso en la condición humana, por ende, partiendo de la diversidad de los seres humanos, se debe entender, reflexionar y respetar la diversidad cultural como un aspecto enriquecedor del sistema de expresión cultural de la sociedad socialista.
  3. Los principios de solidaridad, cooperación, colectivismo, respeto a la dignidad humana y rescate de los valores culturales propios deben ser puntos de honor en el impulso de una cultura revolucionaria en consonancia con la independencia, soberanía y autodeterminación de los pueblos.
Por último cabe destacar, que esta intención es solo la enunciación de algunos tópicos para abordar el debate sobre las acciones que quienes se precien de llamarse revolucionarios deben asumir para enfrentar el futuro inmediato con determinación y cierta claridad de las demandas y desafíos de un mundo cambiante y un pueblo inconforme.
  Plgo.
emir208@gmail.com
1 La Causa Radical, partido político movimental fundado por Alfredo Maneiro luego de su ruptura con el PCV y a partir de la creación de movimientos sociales que tuvieron tal preponderancia en la política venezolana que llegaron a competir la Presidencia de la República en las elecciones de 1994 con la figura de Andrés Velázquez.
2 Véase Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela

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